Entonces vino Mr. Sestamo.
Lo miré. Mis ojitos de animé encarnizaban el destello de mi alma, sin amortiguar pasiones, ponía los ojitos con más y más luz para decir: Mi querido señor Sestamo! juajuajuaaaaaaaaaaaaaaa jijiji JOJOJOOOOOOO cómo me pega usted! Oh sí! OH SI! PEGUEMÉ! ASÏ! MÁS FUERTE! LATIGUEEEEEEEEEEEeeeEEEme!
Sí. El querido señor sestamo la miró. Pendejita, pendejita perversa, nenita de cuarta, nena, dale, dejá de jugar.
La nena lo miró (miré al señor sestamo). Puse pucherito, el me miraba y yo solo hacía pucherito. Me resultaba enternecedora su lacónica actitud. Le dije: Señor sestamo, haga suya jauauajauajuajua.
Y no pude, el pegaba tanto en mi interior que tan solo me reí. -Me reí en su cara-
Y el me agarró del cuellito, por detrás, con su pulgar y su índice. Le dijo: ¿De qué te reís, flaca?
Y ella le sacó la lenguita. -la lenguita- le sacó la muy putita.
Ese era el peligro con las mujeres, ellas, siempre tan predecibles. Ahora la nenita iba a poner la manito ahí, en el lado interno del pantalón de sestamo, iba a juguetearle un poco su tela de jean azul marino... así era la nenita cuando quería algo, todos lo sabían.
El que sí lo sabía era el señor Flower. Flower lo sabía, la pendeja siempre arruinaba todo con el señor sestamo, quería destruirla, la queria para él, para el solo.
Entonces la tomó! Usando su sonda Flower Power color molakai, disfumó todo el ambiente y huyó con "La nena" entre sus brazos.
Ella se movía, inquieta, ilusa, llevada por el cantar de su desesperación, apasionada en la locura y entonces lo hacía, gritaba despampanante: QUIERO A MI SEÑOR SESTAMO! QUIERO A MI AMO!
Loca. Loquita de cuarta.
Pero ella se movía, tanto que empezó a fusionarse con los brazos del señor Flower que la seguía en sus lujuriosos vainvenes, tanto que detuvo su mirada en el señor Flower y le dijo: Señor, digame, mi señor, ¿me llevaría hasta los confines de su mundo, solo por poseerme?
Y el le dijo: Sí, si eres mía el mundo es tuyo también.
Lo miré. Mis ojitos de animé encarnizaban el destello de mi alma, sin amortiguar pasiones, ponía los ojitos con más y más luz para decir: Mi querido señor Sestamo! juajuajuaaaaaaaaaaaaaaa jijiji JOJOJOOOOOOO cómo me pega usted! Oh sí! OH SI! PEGUEMÉ! ASÏ! MÁS FUERTE! LATIGUEEEEEEEEEEEeeeEEEme!
Sí. El querido señor sestamo la miró. Pendejita, pendejita perversa, nenita de cuarta, nena, dale, dejá de jugar.
La nena lo miró (miré al señor sestamo). Puse pucherito, el me miraba y yo solo hacía pucherito. Me resultaba enternecedora su lacónica actitud. Le dije: Señor sestamo, haga suya jauauajauajuajua.
Y no pude, el pegaba tanto en mi interior que tan solo me reí. -Me reí en su cara-
Y el me agarró del cuellito, por detrás, con su pulgar y su índice. Le dijo: ¿De qué te reís, flaca?
Y ella le sacó la lenguita. -la lenguita- le sacó la muy putita.
Ese era el peligro con las mujeres, ellas, siempre tan predecibles. Ahora la nenita iba a poner la manito ahí, en el lado interno del pantalón de sestamo, iba a juguetearle un poco su tela de jean azul marino... así era la nenita cuando quería algo, todos lo sabían.
El que sí lo sabía era el señor Flower. Flower lo sabía, la pendeja siempre arruinaba todo con el señor sestamo, quería destruirla, la queria para él, para el solo.
Entonces la tomó! Usando su sonda Flower Power color molakai, disfumó todo el ambiente y huyó con "La nena" entre sus brazos.
Ella se movía, inquieta, ilusa, llevada por el cantar de su desesperación, apasionada en la locura y entonces lo hacía, gritaba despampanante: QUIERO A MI SEÑOR SESTAMO! QUIERO A MI AMO!
Loca. Loquita de cuarta.
Pero ella se movía, tanto que empezó a fusionarse con los brazos del señor Flower que la seguía en sus lujuriosos vainvenes, tanto que detuvo su mirada en el señor Flower y le dijo: Señor, digame, mi señor, ¿me llevaría hasta los confines de su mundo, solo por poseerme?
Y el le dijo: Sí, si eres mía el mundo es tuyo también.
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