domingo, junio 10, 2007

Sú Cátedra.

Susana Jiménez, por ejemplo.

Ejemplo de una pelotuda. Es así: La pelotuda se sustenta de un status de mina vulgar. Ese status está antecedido por el que le concede un grupo de minas vulgares. Cómo todo status, se basa en un grupo de gente con intereses en determinar el status del otro. Así, como otros proclaman el mío y el suyo, querido lector.

Podemos constatar que cuando un (1) individuo entonces tiene un status alto, es porque un grupo mayor de personas lo determinaron. Un grupo que anhela y, además, se siente identificado por ese status.



Por ejemplo, Susana Jiménez.

Por ejemplo, también y porqué no mi estimado lector, la factura que estoy comiendo.

Convengamos, podría ser un pago garça por una compra de nimia importancia pero importancia de status, como la compra de un tv plasma (el que se me fijo en el ideal de nivel de pelotudez Argentina luego de que el Caballero Norberto P. haya aclamado: Todos esos boludos que se compraron la tv plasma para el mundial y ahora se la meten en el culo). Cómo le decía: una factura puede ser eso o bien un alimento alto en grasas que promueve el colesterol y las enfermedades cardiovasculares.

El detalle curioso, inserto en mi mente luego de ir a buscar otra factura, es que al comerla estoy tomando lo que me corresponde del intercambio de bienes dinero-producto lo que ¡Oh! fue expresado en una factura (o boleta).

La boleta también, podría ser un modo de factura o un modo de que te caguen a tiros (habrán de disculpar mi tosco vocabulario). ¡Eh vo so' voleta! (hemos tenido la precaución de mantener al orden del día, las faltas de ortografía en la pronunciación. Tengan el recaudo de leer (Voleta) mordiendo sutilmente el labio inferior en vez de soplarlo como al pronunciar la b). La b podría ser un tipo de factura. Ser boleta es, a su vez, un modo de pase de factura. Si bien la expresión ¡Sos factura! sería inapropiada. Esto se debe a que ¡Ser factura! bien podría equivaler a la expresión ¡Sos un grasa! que equivale a ¡Qué mersa! o ¡Qué tilinga!
Lo que nos resulta casi conmovedor es el modo por el cuál las palabras ménguan con el paso del tiempo, para dejar lugar a la próxima generación. Una palabra que muere en una generación y nosotros la recordamos con melancolía mientas decimos ¡Qué grasa! y recordamos el mersa y casi enmohecemos los ojos.

Le agradecemos por habernos acompañado en este pequeño espacio reflexivo.

Atentamente,

Nathalie, coordinadora de la asociación de asociaciones de ideas.

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